Una casita en el bosque
La espesura calada
salpicaba...
Un tigre gris
nos custodiaba...
La luz ámbar e indiscreta
se colaba...
Las plumas de ganso
entonaban tu mirada.
Amanecía...
y tu fuego me empujaba.
Poterna sin cerrojo
me despeño, irremediable
en el foso de tu alma.
Palacios huecos
no son nada...
confrontados a tu lar,
tu casita encantada.
José Andrés de Vera y Paysal
3 octubre 2012
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